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La historia de la servilleta: del pan a Favorita

La historia de la servilleta: del pan a Favorita

Veci, uno muchas veces ni se fija, pero la servilleta siempre está ahí: en la fritanga del domingo, en la empanada recién sacada del aceite o en el almuerzo con los vecinos. Y aunque hoy la vemos tan normal, resulta que la servilleta tiene toda una historia… y qué historia. Antes de que llegara Favorita a salvar los regueros del almuerzo, la humanidad ya venía buscando la forma de limpiarse las manos después de comer.

De hojas de parra a pedacitos de tela

Imagínese que en la antigua Grecia no usaban servilletas como las conocemos, usaban hojas de pan para limpiar los dedos, imagínese eso. Luego, en Roma, pasaron a usar telas húmedas que todos compartían en la mesa (mejor no imaginarse eso).

Con la Edad Media llegó otro invento raro: la “servilleta” era el mantel. O sea, el mismo mantel en el que servían la comida también lo usaban para limpiarse la boca.

El papel que lo cambió todo

No fue sino hasta el siglo XX que llegaron las servilletas de papel: el verdadero cambio.

En Japón se empezó a usar como un lujo, casi como detalle fino. Después, en Estados Unidos, se volvió la solución práctica e higiénica que conocemos: un cuadrito desechable, limpio y siempre listo pa’ salvarnos del reguero como lo hace Favorita.

Y aquí en Colombia… llegó Favorita

En Colombia, la servilleta se metió en la vida cotidiana como si siempre hubiera estado ahí. Porque, seamos sinceros: ¿usted se imagina una empanadita sin servilleta? ¿O comerse un chicharrón con la mano y no tener cómo limpiarse? Imposible. Y ahí entró Favorita, la que siempre está al alcance de todos, la que rinde, la que no falta ni en el puesto de comidas del parque, ni en el asado del barrio, ni en la mesa de la casa.

 

Con Favorita, la servilleta pasó de ser un lujo a ser parte esencial de cualquier colombiano. Hoy las servilletas no son solo un cuadrito de papel: son parte de la experiencia. Porque comer en Colombia no es cosa de formalidad, es de goce. Es agarrar la arepa con las manos, dejar que el ají se riegue, repetir de chicharrón sin miedo y, al final, limpiarse con una Favorita.

 

Y usted, veci… ¿qué hace con la servilleta? ¿La dobla en cuatro y la guarda hasta el final o es de los que la arruga al primer mordisco?

 

Lo importante es que sea Favorita, la que siempre está lista pa’ el reguero. Porque veci, la historia de la servilleta es larga, pero la mejor parte la escribimos aquí, en cada mesa y puesto de comida colombiana.